El Parque de los Monstruos, en la localidad italiana de Bomarzo, provincia de Viterbo, es un conjunto monumental situado en las laderas de un auténtico anfiteatro natural, que Pierfrancesco II Orsini mandó construir en el siglo XVI a los arquitectos Pirro Ligorio y Jacopo Barozzi de Vignola.
Orsini quiso dedicar el inicialmente conocido como Bosque Sagrado, a su fallecida mujer, Giulia Farnese.
Entre los árboles, parterres y arroyos, se encuentra una fabulosa colección de esculturas esculpidas en roca de personajes míticos y animales fantásticos, convirtiéndose en un paseo surrealista entre contornos y perspectivas que buscan sobre todo pasmar al visitante.
El Orco - La Boca del Infierno
El príncipe Pier Francesco Orsini (1512-1585), gran aficionado a la alquimia, a quien su horóscopo predecía una vida inmortal, fue un hombre enfermizo, atrapado en un cuerpo maltrecho y deforme, rechazado por su padre en la infancia, víctima de las crueles bromas e insultos de sus hermanos y protegido solamente por su abuela.
Siendo descendiente de una de las familias más poderosas de Roma, dedicó su vida a rodearse de la belleza que el destino no quiso depararle.
Tras participar en la guerra, regresó a Bomarzo en 1552, y comenzó a restaurar el castillo familiar; el Palazzo Orsini. Como no tenía espacio suficiente para crear un jardín, hizo disponer un parque de quince hectáreas alrededor, donde fluían arroyos entre grandes rocas volcánicas.
Aprovecha precisamente esas moles para tallarlas en forma de monstruos y figuras fantásticas que surgen entre la espesa vegetación autóctona de manera aleatoria.
Su jardín no se parece en nada a los parques renacentistas, ordenados y serenos; el Bosque Sacro responde a su situación anímica tras las guerras y la muerte de su esposa.
Neptuno
La idea era aprovechar la roca volcánica originaria del lugar, el "peperino", fácilmente moldeable, para crear un pequeño microcosmos de edificios y esculturas fantásticas que compitieran en dimensiones con el paisaje, convirtiéndolo en un itinerario simbólico.
Entre 1552 y 1580, bajo la supervisión del príncipe y del escultor Pirro Ligorio, se dispusieron enormes rocas sobre el terreno con las que esculpir un bestiario imaginario que incluía animales reales, míticos e imposibles.
Gigantes y enanos, sátiros, gorgonas, arpías, ogros y bichos fabulosos surgen allí donde la roca se prestaba a sus perfiles. Un Elefante en la batalla, una gigantesca Tortuga, un Dragón chinesco luchando contra lebreles, una Máscara demoníaca, un Ogro y otras criaturas se retuercen junto a una Casa inclinada o un delicado Templete dórico consagrado a su mujer, Giulia Farnese.
En nuestro recorrido nos topamos con un gigante (Hércules) descuartizando a Caco, «el que roba el sustento de los más indefensos».
Es la lucha entre el bien y el mal.
En lo moral, representa la victoria sobre uno mismo, de aquello que nos convierte en héroes sobre lo que nos transforma en ladrones.
«Si Rodas estuvo orgullosa de su coloso, mi bosque también será glorioso, que no es motivo de un orgullo menor».
Dragón luchando contra un león y un perro
El tiempo se manifiesta de forma consciente, simbolizado por el dragón que es atacado por un perro, un león y un lobo, símbolos del presente, el pasado y el futuro.
Es un combate sin fin por la conquista de la conciencia más allá del tiempo: el recuerdo, la atención y la imaginación creadora.
Proteo
¿Podría ser la representación de los 5 elementos?Una cabeza con las fauces abiertas dispuesta a devorarnos, adornada con espumeantes olas de mar (Tierra-Agua), rodeada de una aureola de mariposas (Aire) y que soporta sobre su cabeza una esfera que gira (Fuego). En lo alto, en el centro inamovible de la esfera, se alza un castillo (Eter, la quintaesencia).
Elefante de batalla
La Sabiduría, representada por el impresionante conjunt0 del Elefante que sujeta con su trompa el cuerpo rendido de un legionario.
La Casa inclinada, construida aprovechando la inclinación de la roca, es imposible de habitar.
Al entrar, las paredes, el techo y el suelo comienzan a girar y la cabeza da vueltas. Una sensación de vértigo que sólo se detiene al salir de ella o contemplando el cielo desde sus ventanas.
Es entonces cuando entendemos la máxima en latín esculpida en la entrada: «Animus Quiescendo fit prudentior, ergo» («Buscar tranquilidad para que el alma gane en prudencia).
El Bosque Sagrado fue abandonado durante más de 400 años. El musgo fue conquistando terreno en la roca viva de las estatuas y los lugareños, sugestionados por la leyenda, el miedo y la superstición, empezaron a llamarle El Parque de los Monstruos.
A mediados del siglo XX la familia Bettini se hizo cargo de él y lo restauró, dándole merecido prestigio y reconocimiento.
Dicen que cuando abandonamos el Bosque Sagrado, salimos de él distintos de como entramos.
Algo ha cambiado, ya no somos los mismos, nos queda el recuerdo de haber contemplado, como espectadores de una tragedia, el misterio del alma humana...
Recomendaciones:
- El libro: "Bomarzo", de Manuel Mujica Láinez (Argentina 1962).
- La ópera: "Bomarzo", de Alberto Ginastera (Washington 1967)
- Vídeo-documental experimental: "Bomarzo 2007", de Jerry Brignone (Bomarzo 2007).